Con una inflación anual de 5,20% en 2024, Colombia celebra una moderación económica tras años de cifras elevadas. Sin embargo, sectores críticos como la educación y los arriendos enfrentan aumentos significativos, poniendo a prueba los bolsillos de los colombianos y evidenciando desafíos estructurales que persisten en el país.
DIARIO DEL HUILA, ANALISIS
El 2024 cerró con una variación anual de la inflación del 5,20%, un dato que refleja una desaceleración importante en comparación con el 9,28% registrado en 2023. Sin embargo, esta cifra no solo es un indicador de alivio, sino también un termómetro que refleja las presiones y desafíos que enfrenta la economía colombiana en sectores clave.
El rubro de la educación registró un aumento del 10,62% en los últimos 12 meses, lo que lo convierte en el sector con mayor incremento. Este dato es preocupante, ya que impacta directamente en el acceso y la calidad educativa para miles de familias. La educación, tradicionalmente vista como un motor de desarrollo, parece enfrentarse a un encarecimiento que pone en jaque su función como herramienta de equidad social.
¿Qué significa el nuevo dato de inflación?
Con una variación mensual de 0,46% en diciembre, la inflación muestra estabilidad respecto al mismo mes del 2023. Este comportamiento está en línea con las proyecciones de los analistas, lo que refuerza la confianza en las políticas económicas recientes. Sin embargo, el impacto en sectores específicos como arriendos y peajes será inmediato. Según Mario Ramírez, presidente de Fedelonjas, el incremento permitido por ley para los cánones de arrendamiento urbanos será de 5,20%, un ajuste que, aunque moderado, tendrá repercusiones en los hogares colombianos.
Los sectores que más y menos subieron
En diciembre, restaurantes y hoteles lideraron los incrementos con un alza del 0,99%, impulsados principalmente por el aumento en los precios de las comidas fuera del hogar. Esto refleja cómo los sectores relacionados con el ocio y el turismo están recuperándose, pero también presionando los bolsillos de los consumidores.
En contraste, la recreación y la cultura, así como la información y comunicaciones, presentaron descensos, lo que sugiere una posible contracción en el consumo de bienes y servicios no esenciales.
Impactos regionales: Desigualdad en el costo de vida
A nivel territorial, la inflación mensual presentó marcadas diferencias. Mientras ciudades como Valledupar (1,13%) y Santa Marta (0,91%) lideraron las alzas, otras como Florencia (-0,29%) y Popayán (0,01%) reportaron variaciones mínimas o incluso negativas. Estas disparidades reflejan la diversidad económica y las dinámicas regionales que siguen caracterizando a Colombia.
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El desafío del transporte y la movilidad
Otro aspecto que merece atención es el impacto de la inflación en el sector transporte. Con un incremento del 5,19% en el último año, el costo de movilizar personas y mercancías se mantiene como una preocupación para la competitividad nacional. Esto no solo encarece los bienes finales que llegan al consumidor, sino que también afecta a los trabajadores que dependen del transporte público y a las empresas que enfrentan mayores costos operativos.
Además, el aumento de los peajes en línea con el índice de inflación plantea una presión adicional sobre los sectores productivos, especialmente en regiones donde las condiciones viales no justifican estos incrementos. Este es un tema crítico que demanda una revisión integral de las políticas de infraestructura y financiamiento vial.
Un panorama de retos y oportunidades
Aunque la moderación de la inflación es una señal positiva, los aumentos en rubros sensibles como educación, alojamiento, agua y electricidad evidencian que el camino hacia una estabilidad económica más inclusiva sigue siendo desafiante.
El Gobierno Nacional debe prestar especial atención a estos sectores, garantizando que las políticas públicas mitiguen los impactos en los hogares más vulnerables. Asimismo, es crucial que la inflación no solo se mantenga controlada, sino que también se traduzca en beneficios tangibles para los ciudadanos, especialmente en áreas clave como la educación, que sigue siendo el eje del desarrollo sostenible del país.
El 2025 comienza con un panorama alentador pero frágil, donde las decisiones económicas deberán ser estratégicas para consolidar la recuperación y enfrentar las desigualdades estructurales que aún persisten.

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