“Una imagen dice más que mil palabras”, expresa un proverbio popular. En Kasán, en Rusia, quedó grabada la imagen del presidente Vladimir Putin estrechando la mano de Nicolás Maduro, y en ese momento fue la más oportuna para el mandatario de Venezuela. Acababa de recibir “Balota Negra” para ingresar al exclusivo club de los BRICS Brics, que se había ampliado de cinco a nueve países -Brasil, China, Egipto, Emiratos Árabes, Etiopía, India, Irán, Rusia y Sudáfrica- y estaba recibiendo solicitudes de adhesión en esa cumbre rusa. El veto de Brasil lo había dejado por fuera.
El espaldarazo público de Putin le dio la vuelta al fracaso. Entre las sospechas del fraude electoral en las elecciones presidenciales del 28 de julio fue el contraste con las instrucciones del “no” de Lula, ausente por un golpe en la cabeza. El respaldo de Putin se vio más contundente cuando al finalizar la cumbre declaró a Maduro ganador de las elecciones y legítimo presidente de Venezuela. Así lo había hecho en otros comicios, muy cuestionados el 21 de mayo de 2018.
Rusia ha sido con China e Irán el trío de apoyo sin el cual el gobierno de Maduro no hubiera podido enfrentar la presión máxima de las sanciones de Estados Unidos. No solo ha sido el apoyo político, sino que hicieron posible la creación de una economía paralela para que Venezuela consiguiera combustible, alimentos y otros productos para paliar una crisis que para el 2021 ya llevaba siete años de recesión. La hiperinflación pasó de 1.000 %, y tratando de estabilizarse en el 2023 la inflación fue 337% y en lo que va corrido del año ya supera el 100% a principios de julio de 2024.
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El respaldo es de vieja data. Cuando Hugo Chávez asumió el poder en Venezuela en 1999, Rusia se convirtió en un aliado fiel. Comprensible, dada la posición política de ambas naciones con relación a Estados Unidos. Los rusos estratégicamente siempre intentaron fomentar alianzas sólidas con países de América Latina para contrarrestar la influencia norteamericana en la región, pero también para equilibrar el juego geopolítico global. Desde la Guerra Fría apostaron por Cuba, y luego por algunos países centroamericanos.
Las relaciones han tenido un marcado énfasis en lo militar. Desde mediados de la década del 2000, Venezuela se convirtió en el primer comprador de armamento ruso de América Latina. Rostec, corporación estatal rusa, estableció para los 2013 contratos militares por USD 11.000 millones y estaban a punto de firmarse en ese momento USD 2.000 millones. Un año después empezó a desinflarse la economía venezolana y las compras se detuvieron. No así la relación de Putin y Maduro.
En medio de la crisis, la petrolera rusa Rosneft le dio a la estatal venezolana PDVSA préstamos y créditos por unos US$6.500 millones; y, dos años más tarde, entregó otros US$1.500 millones, ofreciendo como garantía el 49,9 % de Citgo, la empresa refinadora de petróleo que tiene Venezuela en Estados Unidos
Rosneft era socia de PDVSA en desarrollos petroleros conjuntos en Venezuela. Tras las sanciones impuestas por Washington contra el gobierno de Maduro en 2019, Rosneft se convirtió en uno de los principales canales de comercialización del petróleo venezolano, hasta un 30 %. Pero Estados Unidos le puso el ojo y a última hora de la tarde del sábado 28 de marzo del 2020, Rosneft anunció el cierre de su negocio en Venezuela y la venta de sus activos a una sociedad “100 % propiedad del gobierno ruso”, Roszarubezhneft, que el 13 de mayo los puso en manos de la empresa de seguridad privada RN-Okhrana-Ryazan -de la cual fue su nuevo propietario- para evitar las sanciones de Estados Unidos.
En 2016 , los buques tanques del grupo de compañías ruso PAO “Sovkomflot”, trasportaron 11 millones de toneladas de petróleo y sus derivados. La empresa rusa “Inter RAO” suministró a Venezuela instalaciones energéticas de turbinas a gas. PAO “Kamaz” no solo exporta a Venezuela una amplia gama de sus productos, sino también ensambla en este país autobuses utilizando chasis rusos. PAO “Uralcaliy” suministra abonos de potasio al mercado venezolano.
Moscú también ha apoyado al gobierno de Maduro de otras formas. En 2017 le vendió 600.000 toneladas de trigo para paliar la escasez que sufría Venezuela y en febrero de 2018 envió 300 toneladas de ayuda humanitaria que incluían medicinas y alimentos. Y durante la pandemia de COVID-19, Venezuela adquirió diez millones de dosis de la vacuna rusa Sputnik V.
Las sanciones estadounidenses del 2019 a Pdvsa obligó el gobierno venezolano a recurrir a sus aliados rusos para sus exportaciones de crudo y mantenimiento de las operaciones petroleras. Según Ecoanalítica, antes de la guerra en Ucrania, cerca del 60 % de las exportaciones venezolanas pasaban por el sistema financiero ruso, que se encargaba posteriormente de entregar dólares en efectivo a Pdvsa.
Los regalos de Maduro
La pregunta de muchos millones es por qué Putin apoya tan irrestrictamente a Maduro. Es un hecho aceptado por muchos analistas que el valor estratégico de Venezuela para Rusia es muy grande y que su cercanía geográfica a Estados Unidos le otorga acceso militar y apoyo político. Otros mencionan hasta el interés de tener el petróleo de Venezuela a raya para mantener los precios en niveles de su conveniencia.
Los rusos no hacen negocios gratis. A ellos también se le han dado inusuales potestades en la superpetrolera Faja del Orinoco y en el Arco Minero, el emporio aurífero del Amazonas. Una zona de 114.000 kilómetros cuadrados al sureste del estado Bolívar en donde hay 7.000 toneladas de reservas de oro, cobre, diamante, coltán, hierro, bauxita y otros minerales. Una de las que se ha destinado a los rusos es la de Cuchivero, en Guaniamo ,mejor conocida como la zona número uno del Arco Minero, en la que se calcula existen 40 millones de toneladas de depósitos de diamantes.
La alianza militar es clave en la relación. Los gestos son continuos En diciembre de 2018, Rusia envió dos cazabombarderos supersónicos TU-160 a Venezuela, en un gesto que fue presentado como una señal de la cooperación técnico-militar entre ambos países, Un año después se inauguró un centro de entrenamiento y mantenimiento de helicópteros militares. Los técnicos han ido a Rusia para adiestramiento en los sistemas de defensa que han comprado. Se dice que hasta mandaron mercenarios del grupo Wagner para proteger a Maduro tras el supuesto ataque con drones.
Más recientemente, una flotilla de la Armada Rusa, que incluía a la fragata Almirante Gorshkov -la más avanzada que posee ese país-, realizó una visita de cuatro días a Venezuela para profundizar la “cooperación técnico-militar”, según dijo, en esa época, el ministro de Defensa venezolano, Vladimir Padrino.
Las estaciones de inteligencia
El general Manuel Cristopher Figuera, exdirector de la Inteligencia venezolana y desertor del régimen de Maduro, denunció hace dos años queen Venezuela funcionan dos bases militares rusas. Una, dentro de la 41° Brigada en Valencia, Carabobo, y la otra en Manzanares, estado Miranda, donde funciona la Base Militar Rusa de Exploración de Comunicaciones e Inteligencia, que protege al presidente.
Expertos y conocedores del tema señalan que se trata de dos estaciones de inteligencia. Y que dichas estaciones son equipos y personas ubicadas en lugares estratégicos para recolectar información mediante dispositivos electrónicos y satelitales.
Las relaciones de Rusia y Venezuela entrarán en otra etapa, según se adelantó en Kasán. El 7 de noviembre delegaciones ambas naciones establecerán una alianza “estratégica” para la próxima década, con miras a “seguir recibiendo inversión” del gigante euroasiático, y fortalecer la alianza con “la gran Rusia”. Eso dijo Maduro.
El caso es que mientras Putin libra la guerra con Ucrania, Maduro libra la guerra de las actas electorales alejado de Lula y jugando al “aquí estoy y aquí me quedo”, con el viejo apoyo del nuevo “zar del Kremlin”.
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