Se han intensificado las señales de un gobierno que parece estar cada vez más interesado en concentrar el poder y silenciar a sus críticos
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En los últimos años, Colombia ha comenzado a mostrar signos preocupantes de un deslizamiento hacia el autoritarismo. Bajo el liderazgo de Gustavo Petro, se han intensificado las señales de un gobierno que, en lugar de fortalecer las instituciones democráticas, parece estar cada vez más interesado en concentrar el poder y silenciar a sus críticos. Esto plantea una pregunta urgente: ¿Hacia dónde se dirige Colombia?
Desde que asumió la presidencia en agosto de 2022, Gustavo Petro ha impulsado una serie de reformas que, aunque presentadas bajo la bandera del cambio social, han sido criticadas por centralizar el poder en manos del Ejecutivo. Uno de los ejemplos más claros es la reforma a la salud, una iniciativa que busca aumentar significativamente el control estatal sobre el sistema de salud del país. Esta reforma, liderada por el ministro de Salud Guillermo Alfonso Jaramillo, ha sido vista por muchos como un intento de consolidar el poder gubernamental a expensas de la participación ciudadana y la transparencia.
Las acciones de Petro reflejan una tendencia preocupante hacia el autoritarismo, donde la concentración del poder se convierte en el eje central del gobierno.
Colombia ha experimentado un descenso en su Índice de Democracia, según The Economist. En 2021, el país alcanzó un puntaje de 6.47, lo que lo sitúa en la categoría de “democracia defectuosa”. Este descenso en la clasificación es un reflejo del debilitamiento institucional, la erosión de los derechos civiles y la creciente concentración del poder en manos del Ejecutivo. A esto se suman los recientes intentos de reformar la justicia, que han sido percibidos como un intento de subordinar el poder judicial a la voluntad del presidente.
Otro dato alarmante proviene de Transparencia Internacional, que en su informe de 2022 ubicó a Colombia en el puesto 87 de 180 países en su Índice de Percepción de la Corrupción. Esta cifra refleja un problema endémico en la política colombiana: la corrupción, que se convierte en un vehículo para perpetuar el poder y limitar la rendición de cuentas.
El Control de los Medios: Silenciando las Voces Críticas
Uno de los pilares de una democracia saludable es la libertad de prensa. Sin embargo, bajo el gobierno de Petro, se han registrado múltiples casos de intimidación y ataques a medios de comunicación independientes. Petro ha utilizado plataformas como Twitter para desacreditar a periodistas y medios que critican sus políticas, creando un ambiente de polarización y miedo que amenaza con sofocar el periodismo libre y riguroso.
Además, ha habido intentos de controlar la narrativa pública a través de iniciativas legislativas que buscan regular el contenido de los medios y las redes sociales. Este tipo de medidas son características de regímenes autoritarios, donde la manipulación de la información es esencial para mantener el control sobre la población.
La dirección que está tomando Colombia es alarmante. La concentración del poder, el debilitamiento de las instituciones democráticas, la corrupción y el control de los medios son indicadores claros de un gobierno que podría estar preparando el terreno para una forma de gobierno autoritaria.
La pregunta que debemos hacernos es: ¿Cómo responderán las instituciones y la sociedad civil colombiana ante este panorama? Si no se toman medidas para fortalecer la democracia y proteger los derechos fundamentales, Colombia podría enfrentarse a un futuro donde la libertad y la justicia sean relegadas en favor del control y la represión.
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