Crónica de cómo los tres delegados de Gilinski se tomaron ‘a la fuerza’ la junta directiva de Sura e intentaron obligar la decisión de vender las acciones que Sura tiene de Nutresa.
“Esta ha sido la semana más difícil de Sura en su historia”, le oyeron decir, con una tono de tristeza a Gonzalo Pérez Rojas, el presidente de este grupo que ha sido buque insignia de una época de oro del empresariado en Antioquia.
Y no era para menos. El jueves de esta semana le tocó ser testigo de cómo los tres delegados del banquero Jaime Gilinski se tomaron, en una maniobra que riñe con las normas, la junta directiva de Sura y le dieron a él como presidente de la compañía la “orden perentoria” de publicar que Sura había tomado la decisión de vender las acciones que tiene de Nutresa y anunciar ese mismo jueves a la Bolsa de Valores la disponibilidad de venderlas.
Si el juego de palabras lo permite, se configuró así un intento de ‘golpe de estado’, pues en una junta de siete, solo tres miembros quisieron imponer su voluntad.
De esa manera, con ese golpe, Gilinski estaría finalmente logrando su empeño de quedarse con el Grupo Empresarial Antioqueño. Porque si Sura vende las acciones que tiene de Nutresa, la alianza del jeque árabe y Gilinski quedaría con la mayoría del conglomerado de alimentos, y automáticamente por las acciones que Nutresa tiene a su vez de Sura podrían nombrar un cuarto miembro de la junta de la gestora de inversiones, con lo cual por el esquema de propiedad cruzada, Gilinski y el jeque se quedan no solo con las tres empresas bandera del GEA (Sura, Argos y Nutresa), sino con Bancolombia.
Como comenzó todo
¿Cómo se llegó hasta ese punto tan crítico? ¿Y qué pasó después?
Desde el 10 de noviembre de 2021 cuando Jaime Gilinski y el jeque árabe Tahnoon Bin Zayed lanzaron la primera OPA por Nutresa hasta hoy han lanzado en total ocho Ofertas Públicas de Participación, unas en sociedad y otras solo Gilinski. En total ya han pagado US$2.500 millones y se han quedado con el 31,09% de Nutresa y el 38% de Sura, pero no han logrado la mayoría en ninguna de las dos.
Esta vez la OPA es solo de IHC (banca de inversión del jeque) para comprar entre el 25% y el 31% de Nutresa (pagaría entre US$1.716 millones y US$2.145 millones).
Como las últimas OPAs habían mostrado que nadie parecía estar interesado en vender más acciones de Nutresa, una de las pocas cartas que le queda a la dupla Gilinski-Jeque es lograr que Sura venda su participación. Pero ahí también tenían un problema porque Gilinski hasta ahora solo ha logrado tener tres de las siete sillas de la junta directiva de Sura y no les alcanza para manejar las decisiones.
Por eso les tocó hacer maromas, recurrir a una estrategia para lograr que esos tres fueran mayoría. La OPA la lanzó el jeque el 22 de septiembre, pero curiosamente se demoró más de lo previsto en comenzar. En ese lapso, la revista Semana publicó un artículo en el que menciona la relación en cuarto grado de consanguinidad entre dueños de Nutresa y dos de los miembros de junta de Sura.
Ya con ese as bajo la manga, Gilinski y el jeque, estaban a punto de cantar victoria: si lograban que dos de los siete miembros de junta no pudieran votar, los tres delegados de Gilinski harían la mayoría en una junta de cinco.
La OPA empezó, finalmente, el 3 de noviembre (va hasta este viernes 18). La junta de Sura programó cinco sesiones para tomar la decisión de vender o no las acciones. La primera sesión de la junta, ese mismo jueves 3 de noviembre, trascurrió sin problemas. Sin embargo, para la segunda, el martes 8 de noviembre, ya se había hecho pública la decisión de la Superintendencia de Sociedades de inhabilitar a los dos miembros de junta mencionados, les pedía abstenerse de participar en cualquier deliberación o decisión relacionada con OPA.
Billy Escobar –vale la pena detenerse en ese nombre– se posesionó como Superintendente de Sociedades hace menos de un año, el 1 de diciembre de 2021, apenas dos días después de que comenzó la primera OPA por Nutresa. Curiosamente lo posesionó Ximena Lombana, entonces ministra de Comercio, la misma que es ahora miembro de junta de Sura y que lleva la vocería del equipo Gilinski.
Escobar se posesionó en medio de críticas de quienes decían que salía una persona técnica del cargo, en ese momento Juan Pablo Liévano, y que además se desecharon las hojas de vida de otros candidatos con buena experiencia, para ponerlo a él. En ese momento, fuentes cercanas a la Casa de Nariño comentaron que su nombramiento se debía a que el presidente Iván Duque, en medio de un acuerdo político, le había entregado el sector de Comercio a Germán Vargas Lleras. El mismo Vargas Lleras que, curiosamente, en su columna de opinión atacó duramente al presidente de Sura en vísperas del comienzo de la OPA.
Y para seguir con las curiosidades, Billy Escobar fue uno de los pocos funcionarios ratificados por el gobierno del cambio, de Gustavo Petro (así como el superintendente financiero, Jorge Castaño).
Volviendo a la junta de Sura, a la reunión del martes de esta semana llegaron entonces solo cinco miembros. En la reunión Bank of America, que ha sido asesor de Sura, expuso los aspectos financieros de la oferta.
Sin duda, el problema no es el financiero, porque la oferta es buena: en apenas diez meses prácticamente duplicaron el valor que piensan pagar por cada acción de Nutresa (de 7,71 dólares en la primera OPA a 15 dólares en esta nueva OPA).
En un momento dado Ximena Lombana le pide al presidente de Sura, Gonzalo Pérez que se retire de la junta. Todo parecía estar consumado. En ese momento podían pedir votar la decisión de vender las acciones de Nutresa y en teoría lograrían el sí.
Lo que pasó en la reunión del martes lo contaron los dos otros miembros de junta de Sura, distintos a los tres delegados de Gilinski, en sendas cartas de renuncia que presentaron el jueves. “Me es imposible permanecer en una junta que parecería estar encaminada a tomar decisiones que serían violatorias de la ley y los estatutos de Grupo Sura”, escribió Pablo Londoño.
Mientras que Santiago Cuartas, que hasta ese momento era el presidente de la Junta, hizo un recuento más detallado. “En la junta el 8 de noviembre la doctora Ximena Lombana señaló que, según su interpretación, la junta directiva de grupo Sura podía tomar la decisión de aceptar o rechazar la OPA de IHC con el voto favorable de 3 de los 5 miembros”. Y que ellos, Pablo Londoño y Cuartas, “le señalamos a la doctora Lombana que, de conformidad con los estatutos de grupo Sura, el Código de Comercio (…) e incluso el auto que decretó las medidas cautelares de la superintendencia es claro que la junta directiva seguía siendo de siete miembros y en consecuencia la mayoría para tomar cualquier decisión correspondía al voto favorable de por lo menos cuatro de los miembros de la junta”.
Cuartas también cuenta en su carta que le pidieron conceptos a las firmas Brigard Urrutia, Jorge Pinzón Sanchez, Juan Carlos Prías, Fernando Velásquez y Guillermo Romero “para que establecieran los riesgos derivados de ese proceder” y las “conclusiones” fueron que hacerlo así “sería ilegal”.
Los dos, Londoño y Cuartas, en sus cartas de renuncia denunciaron amenazas legales de parte de “algunos accionistas” e incluso uno de ellos advirtió que a los asesores los habían presionado para que plantearan “escenarios parcializados a la junta directiva sin toda la información”.
En la junta del jueves se debían presentar otros escenarios de análisis, como el impacto ambiental, social y de gobierno de la eventual venta, entre otras cosas porque se trata de abrir la puerta al que sería un nuevo socio. Pero para esta reunión solo quedaban tres miembros de junta, los tres delegados de Gilinski, Ximena Lombana, Andrés Bernal y Angela Tafur.
Era mediodía. Gonzalo Pérez quiso comenzar a hablar, conmovido por ver cómo un grupo que ha sido ejemplo por más de 77 años estuviera en esta batalla y ya debía nombrar por quinta vez en el año una nueva junta. Pérez no pudo seguir hablando porque Ximena Lombana lo interrumpió, enfatizó que el quórum de la Junta se recomponía y que los tres miembros presentes podían tomar cualquier decisión. Pérez, que la observaba con sorpresa, tomó la palabra por los miembros del equipo directivo de Sura allí presentes y dijo que eso no era posible, que por estatutos la junta era de siete miembros y que la mayoría debía ser cuatro, de manera que no se podía tomar ninguna decisión hasta tanto no se recompusiera la Junta.
Incluso sugirió que escucharan los conceptos jurídicos del bufete de Brigard y Urrutia que estaba allí presente y de Jorge Pinzón Sánchez, exsuperintendente bancario y de sociedades. Pinzón estaba en Madrid, lo llamaron por teléfono, pero Lombana, tomó la vocería, y no quiso escuchar a los consultores. Y se le oyó decir algo así como “yo soy la presidente y nombro como secretaria a Angela María Tafur”. Tomó tres páginas que ya traía escritas y dijo “siendo la 1:31 de la tarde tomamos la siguiente decisión”, aseguró que la Junta de Sura había resuelto vender las acciones de Nutresa al jeque árabe sin condiciones de ninguna especie.
Cuando terminó de leer, el equipo de administradores que estaba allí, le replicó que no había decisión porque no había junta. Pero en vista de que Lombana no aceptaba sus argumentos prefirieron salirse en señal de que no consideraban legal la junta.
El viernes los tres miembros de junta del equipo Gilinski mandaron una carta al superintendente financiero pidiéndole que obligue a los administradores de Sura a publicar la decisión. Queda entonces abierto un enorme interrogante.
Por un lado, los administradores de Sura esgrimen las normas y la ley que les darían la razón. Pero por otro lado, el equipo Gilinski asegura que no es así. ¿Quién puede dirimir esas diferencias? Si los superintendentes encargados de hacer cumplir las normas no toman cartas en el asunto se podrían imponer las vías de hecho.
¿Pueden tres personas de siete tomar una decisión tan trascendental para un grupo económico, para un tejido empresarial y sobre todo para una sociedad?
EL OTRO ENROQUE
Así como un enroque de acciones permitió al Grupo Empresarial Antioqueño estar a salvo de los asaltos de otros grupos económicos, ahora, paradójicamente se ha ido armando otra suerte de ‘enroque’ que, por casualidad o no, parece estar siendo útil a Gilinski para tomarse esta fortaleza de Antioquia.
Uno de los personajes es Ximena Lombana, la ex ministra de Comercio del presidente Iván Duque, que ahora es miembro de la junta de Sura y tomó la vocería en la junta de esta semana en la que el grupo Gilinski dio una especie de golpe de Estado.
Lombana, en marzo de este año, aún como ministra, anunció el comienzo de las negociaciones para lograr un TLC con Emiratos Árabes. Justamente en donde gobierna la familia del jeque Ben Zayed, que es el socio de Gilinski en este empeño de quedarse con el GEA.
Ximena, como ministra, posesionó a Billy Escobar como superintendente de sociedades. El mismo que mantuvo su cargo con Gustavo Petro y ha tomado dos decisiones que favorecen los intereses de Gilinski en la puja con el GEA.
La otra decisión fue la reciente de suspender a dos de los siete miembros de la junta de Sura, que dejaba el campo abierto para que los tres miembros de junta de Gilinski tomaran la decisión de vender las acciones de Nutresa.
También se ha relacionado el nombre del expresidente Germán Vargas Lleras con este enroque en la medida en que Lombana ha sido cercana a su proyecto político. Lombana fue la coordinadora programática de su última campaña política.
Además, como se ha dicho, los nombramientos en el sector de Comercio en el gobierno Duque eran cercanos al resorte de Vargas Lleras. Este último, en su habitual columna de El Tiempo, casi un mes antes de de lanzar la actual OPA, la emprendió en contra del GEA y sus administradores acusándolos de irregularidades.